Sunday, January 15, 2012

LA PASIÓN Y LA RAZÓN

LA PASIÓN Y LA RAZÓN

Rousseau se propuso: "buscar si podría existir en el orden civil
alguna regla de administración legítima y segura, considerando a los
hombres como son en sí, y las leyes como pueden ser". En su búsqueda
se convenció de que se debía: "considerar la persona moral, que
constituye el Estado, como un ente de razón, por cuanto el Estado no
es un ser humano" y por lo tanto, carece de pasión. De lo que deriva,
que los encargados temporarios de los intereses del pueblo, soberano,
el gobierno, a cargo del Estado, tienen que ejecutar sus decisiones,
utilizando sólo la razón y no la pasión. Es así que el gobernante no
puede utilizar la pasión para justificar decisiones de Estado, pues
esta sería "su pasión". El Estado no es un ser humano y sí un ente
moral; por lo tanto, es un ente de razón. Si en una decisión del
Estado, tomada por un funcionario, entra la pasión, esta pasión
particular de él producirá un resultado no en beneficio del bien
común. Si comprendemos el párrafo anterior, escrito por Rousseau en
1762, se puede entender que la Presidenta utilizó su pasión al vetar
la ley de los hielos, que había sido hecha por el Congreso y aprobada
por unanimidad. Contrario a lo que pensaba Rousseau, "que
componiéndose los soberanos de particulares, no tiene ni puede tener
una voluntad particular contrario al de estos. Por consiguiente, es
imposible que el cuerpo quiera perjudicar a sus miembros". Gracias a
los desvelos de Rousseau, podemos ahora explicar por qué nuestro
gobernador nunca debió haber elegido a Sergio Gandur, tercer
clasificado, entre los candidatos, como vocal de la Sala III de la
Cámara en lo Contencioso Administrativo. No seleccionó al primero,
pues eso dice la razón, aunque no esté escrito; al elegir al tercero
usó su pasión y no la razón, que es la única herramienta apta en un
asunto concerniente al Estado que elije al primero y no al tercero. Su
conducta no fue en beneficio del bien común, sino por algún bien
particular, o para un "trueque de alto vuelo", como es opinión de un
periodista local. Rousseau, Montesquieu, Locke, Adams, Madison,
Jefferson, Alberdi, fueron los responsables de nuestra Constitución de
1853, ahora irreconocible, por las mutilaciones sufridas, degradada ya
a categoría de constitución "a la carta", como la del 2006.

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